Lil Miquela se define a sí misma en su perfil de Instagram @lilmiquela como una Robot, modelo y cantante de 19 años que vive en Los Ángeles de ascendencia brasilera. Su apariencia es delgada con cabello castaño liso y pecas en el rostro como cualquier otra adolescente. Pero, no es cualquier adolescente se ha hecho famosa en las redes sociales a escala global, tiene millón y medio de seguidores y es considerada una influencer destacada en el mundo de la moda y la música.
Hasta aquí todo muy normal excepto porque es una chica virtual, no existe en la realidad, no es la representación digital de un ser humano, sino un personaje creado por una plataforma de inteligencia artificial, capaz de adelantarse a los comportamientos humanos, determinar lo que es tendencia y así construir sus redes sociales. De esta forma, define su look, sus gustos, la música que produce, para generar contenidos susceptibles de hacerse tendencia viral entre los jóvenes.
¿De dónde surge Lil Miquela?
Lil Miquela fue creada en 2016 por Trevor McFedries y Sara Decou como parte de un proyecto de arte digital basado en el fenómeno de los influencers. McFedries y Decou son los fundadores de Brud una pequeña empresa que opera en Los Ángeles enfocada en la robótica e inteligencia artificial y sus aplicaciones para los negocios.
Aunque la gente señala que es un robot, Lil Miquela es un holograma o imagen 3D generada por una computadora, no obstante, parece tan real que muchos se confunden y piensan que se trata de una mujer de carne y hueso.
Más que un ícono de la moda
En sus redes podemos ver a Lil Miquela paseando por Los Ángeles, asistiendo a inauguraciones de galerías de arte y de moda, se toma selfies en los lugares más alternativos de la ciudad y se ha convertido en una referencia de estilo para su público llevando prendas de diseñadores famosos como: Chanel, Proenza Schouler, entre otros.
Sin embargo, a diferencia de cualquier otra modelo o artista de la música Miquela se interesa por apoyar causas sociales y los derechos de las personas transgénero; da consejos a sus seguidores, sobre belleza y salud y hace poco, entrevistó a J Balvin, hablando inglés y hasta un poco de español, en un tono de trabajo colaborativo para apoyar a otros artistas.
Como cantante, su single debut “Not Mine” alcanzó el número ocho en Spotify en agosto de 2017. En este ámbito, la influencer se jacta de ser virtual porque le gustaría ser descrita como una artista que destaca en su oficio en lugar de centrarse en sus cualidades físicas.
Miquela trata de enviar mensajes dirigidos a su público millennial, con lecciones importantes sobre su generación y lo resaltante es que ellos la siguen. Muchos de sus seguidores sueñan con conocerla o encontrarse con ella en las calles de Los Ángeles lo cual es imposible, pero forma parte del fenómeno que ha producido en el mundo real más allá de las redes, tanto así que tuvo que publicar en su cuenta. “No soy un ser humano”.
Lil Miquela no es la única
Aunque el fenómeno de Lil Miquela es bastante especial e interesante ha habido otras celebridades virtuales desde hace algunos años. Tal es el caso de la banda virtual Gorillaz fundada por el músico Damon Albarn y el artista Jamie Hewlett a finales de los 90, cuya identidad visual eran cuatro gorilas animados que ganaron un premio Grammy en 2006.
Diez años después, en 2016, Marc Jacobs, diseñador de Louis Vuitton creó el vestuario para el avatar virtual Hatsune Miku, una cantante japonesa de 16 años que ha colaborado con Lady Gaga y Pharrell Williams. Miku también vistió un diseño exclusivo de Riccardo Tisci, quien era diseñador de Givenchy. Hace dos años, Louis Vuitton vistió al personaje ficticio de videojuego Lightning, un avatar de pelo rosa de la serie de videojuegos Final Fantasy, para su campaña publicitaria de Primavera/ Verano.
Como podemos ver, las redes sociales y el fenómeno de los influencers está haciendo uso de tecnologías como la inteligencia artificial para crear personajes virtuales con gran capacidad para atraer a las generaciones de jóvenes cada vez más tecnológicos, más conectados, más globales.